La noticia de que en Solera de Gabaldón habían apresado al fugitivo Cirondo, el mesonero de El Peral, apareció en muchos noticieros nacionales. Junto a su gavilla de malhechores se encontraba Nicolás Segovia, un prófugo de la justicia que había participado en el levantamiento Carlista de El Picazo.
La figura de Cirondo es la de una leyenda, envuelta en misterio y en un halo de romanticismo de bandido bueno que quizás nada tiene que ver con la realidad.
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